jueves, 29 de mayo de 2008

Esta Tarde como tantas Otras...





Esta tarde como tantas otras...


...Los ojos de Percy no miran al mar. Sus ojos reflejan la enorme duna de arena que se eleva frente al asentamiento poblado de Virgen De Asunta ubicado en la ciudad de ICA. Es sábado medio día y la tarde empieza. No hay nada más imponente que aquella masa gigante compuesta de arena por donde casas pequeñas se agrupan poniendo algo de vida sobre la tierra. Debajo de ella estamos alrededor de niños pequeños jugando a hacer algo pequeño y cálido que refleje alegría en el aire. Miramos nuestra maqueta y tenemos que poner sobre unos metros cuadrados de tierra juegos y compañeros nuevos para estos pequeños. Ellos pondrán el resto con su alegría y vitalidad repletas de tiempo y color. Yo miro los ojos de Percy y cada uno de nuestros compañeros observa la risa y mirada de todos los niños presentes. Desde hace ya un tiempo tienen tantos ojos, abrazos y afectos de esta experiencia maravillosa de compartir con ellos un espacio dentro de sus propios días. La Red de hilos de colores se extiende entre todos los pequeños y con ellas nos damos cuenta que ya no hay principio o final separados si no un único trazo largo hecho de pequeñas partes entrelazadas. Aportando cada uno de nosotros nuestra pequeña parte creamos algo grande para dar y abrazar.

Percy me ha dicho que conoce el mar de Lima. Yo le digo que detrás de esa duna también hay un mar. Los muros detienen posibilidades. Percy manda su mirada lejana y se queda mirando dubitativo aquella duna amarilla y gigante. Por supuesto que también hay un mar y también un sol, y un cielo limpio ante la mirada sincera de alguien como un niño que todavía se conecta con la tierra. Limpiamos de pequeñas rocas este suelo que pronto llegarán los módulos de juego. Tendremos que echar color a las piedras y a las llantas. Tendremos que correr y jugar. Seremos niños de nuevo compartiendo todo. Haremos canciones y las cantaremos. Bailaremos y diremos todos nuestros nombres. Cada uno traerá su historia como ojos niños que miran más allá de las dunas. Con ojos niños como mares siempre abiertos.

Pájaros de plastilina crecen en las manos de otro pequeño, el más travieso de todos ellos, que se esmera con sumo cuidado y concentración por hacer una pareja de pájaros buscando plastilina de colores para hacer el nido con huevillos de ambos.
Los dibujos de los chicos nos cuentan las visiones de cada uno de los pequeños. Allí hemos visto toda una casa caída por el terremoto. La memoria aún está fresca. En otro dibujo los niños colocan el nombre de este parque: “Arco iris de 12 colores, hadas y duendes que cuidarán en la noche el parque, rosas que saben volar, amigos que han venido a jugar y compartir y miles de etcéteras en la imaginación de los niños en la que todo lo bueno siempre es posible” También ellos deslizan sus inquietudes y percepciones haciendo un cuento de su propio parque : “...Y entonces vinieron niños y niñas y jóvenes de todo el mundo para ayudar a construir nuestro parque”...De todo el mundo...

Esta tarde, como tantas otras, encierra una posibilidad. Pero esta tarde la posibilidad ya no está encerrada. En un mundo de hombres que buscan dioses, hombres que hacen la guerra a otros hombres. Esta tarde como tantas otras Hombres juegan con niños, niñas y adolescentes bajo una duna enorme de arena. Hombres juegan con los que han venido a la tierra para ser en ella lo que nosotros fuimos: Niños pequeños riendo, soñando, saltando lo más alto para ser felices. A estas horas ya no sé distinguir un niño de un adulto si juegan tan contentos ambos.
Esta tarde ahora la duna nos está mirando y guardará memoria de los cuentos y dibujos y canciones que los niños han realizado. Quizás se lo cuente al mar de ICA. Mañana nos iremos y es sabido que nos llevamos dentro un pedacito de este suelo. Mañana cuando llegue el momento de irse algunos no podremos comprender en donde acaba la tristeza y donde empieza la alegría, lo único que tendremos claro es que no nos estamos yendo. Mañana me darán una banderita pequeña de dos colores. Ante ese gesto yo sólo diré gracias a la niña que me la entregará. Buscaré a Percy y lo hallaré jugando en un mar de niños alegres, otro mar, de sonidos de risas y colas largas por probar los juegos. A cinco horas de Lima este rinconcito del mundo pertenece a todos; así cuando nosotros sepamos de otra tarde sabremos que el tiempo da estas oportunidades de que cada hora, mañana y tarde puede ser una oportunidad para nosotros de hacer sonreír un niño pequeño. De compartir con el futuro este presente al cual nos llevaremos adelante para llenar la palabra siempre.

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